Recientemente el tenista Rafa Nadal, daba una entrevista para la cadena de televisión Movistar+ en España.

De todas las cosas que dijo, muchas de ellas muy interesantes por lo que se puede aprender de ellas, hoy quiero destacar la parte en la que habló de la frustración.

Venía a comentar el tenista mallorquín que no podía sentirse frustrado porque había hecho todo lo posible para que las cosas le saliesen bien. El periodista, Juanma Castaño, le replicaba que con 22 Grand Slam ganados es fácil no sentirse frustrado.

Ante esto, Rafa comentaba que no tiene nada que ver lo que has conseguido a nivel de títulos para sentirte o no frustrado contigo mismo. Y ponía el ejemplo de que seguramente Djokovic, que quizá sí hubiese acabado frustrado de no haberse convertido en el tenista de la historia con más grandes.

Más allá de si esto es un "palo" o no al deportista serbio, que es lo que más ha trascendido, me gustaría hablar de la otra parte de esa declaración, en la que habla de qué tiene que pasar para que te sientas frustrado en el deporte.

Efectivamente, quién hace todo lo que puede hacer, no tiene razones para sentirse mal. Tú intentas hacer las cosas lo mejor que sabes pero siempre hay una parte que se va de tu control. Esa parte es lo que hace al deporte de competición algo tan imprevisible y tan bonito.

La historia del deporte está llena de resultados sorprendentes e inesperados. Está llena de protagonistas que nadie pensaba y de momentos espectaculares tanto en forma de acierto como de error.

En este caso Nadal hablaba de su recuperación y de cómo está haciendo todo lo que puede para que llegue a buen puerto. En los últimos años, ha pasado mucho más tiempo preparándose para volver a jugar que jugando. Desde luego, si no consigue su meta de volver a competir a principios del año 2024, podría tener razones para sentirse mal.

Pero no es así. Él prefiere quedarse con el proceso que está llevando con tanta entereza y auto superación. Querer hacerle pensar que no conseguir el objetivo le va a convertir en un fracasado o en un deportista frustrado, es imposible tal y cómo deja claro en sus declaraciones.

Además, también es muy interesante cómo desliga el número de triunfos obtenidos de la sensación de fracaso. Ganar más o menos, no te hará sentirte más valioso o más infeliz.

Como siempre, el reflejo de un gran deportista puede ayudarnos a todos aprender y a saber mejor cómo podemos seguir mejorando.

En este caso, me gustaría hacer hincapié en que, sea cual sea tu nivel de juego, sólo tú decides cómo te vas a sentir y cómo lo vas a afrontar. Si sabes hacerlo de un modo positivo, tendrás más opciones de crecer y mejorar. Si eres permeable a las opiniones de los demás y de mentalidad débil y negativa, no llegarás a dar el nivel de juego que deseas.

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